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Ni los Diez Mandamientos de Dios ni el Sermón de la Montaña de Jesús de Nazaret tienen nada que ver con religión, según se lee en el prefacio de este insólito libro, que está dirigido a personas de todas las culturas, a todos los pueblos del mundo que aspiran a valores superiores y universales. En el prólogo podemos leer: La vida es Dios, el Espíritu Libre, que es exactamente el mismo en todas las culturas de todo el mundo. (…) Cada Mandamiento de Dios es un portal hacia la plenitud de la vida, porque Dios, el Espíritu Libre, es la vida.
Así que quien relacione los Diez Mandamientos de Dios y el Sermón de la Montaña de Jesús de Nazaret con una visión eclesiástica y religiosa se sorprenderá. Puesto que las reglas de vida, que desde el Reino de Dios se dan para todos los seres humanos, conducen –como se explica en este libro– a la liberación y a la libertad, también a ser libre de cualquier institución.
En la primera parte del libro se explican los Diez Mandamientos, que fueron dados hace unos 3500 años por el profeta de Dios Moisés, y se profundiza en ellos con las palabras de uso actual. Por ejemplo, que el Mandamiento «No matarás» también ha de ser aplicado a cualquier forma de matanza y a las guerras y que, además, debe incluir también el respeto a la vida de los animales y que no se mate a los animales de forma intencionada. También el Mandamiento «No robarás» va, según se explica en el libro, más allá de robar cosas y valores reales. También se puede considerar ladrón a quien «le roba el tiempo a sus semejantes, manteniendo, por ejemplo, largas e inútiles conversaciones con muchos peros y sin llegar al fondo del asunto; (…) o cuando alguien exige del otro algo que él mismo podría haber hecho; o bien cuando uno disputa con otro porque ambos quieren tener razón. Esto y mucho más es agotar la energía, en cuyo caso uno le roba una cantidad mayor o menor de energía a la otra persona».
Las explicaciones de las enseñanzas del Sermón de la Montaña de Jesús de Nazaret en la segunda parte del libro también están llenas de ejemplos de la vida cotidiana y muestran cómo el Sermón de la Montaña vivido puede revolucionar la vida de cada persona, por ejemplo, cómo la paz puede llegar a la propia vida y a la de nuestros semejantes a través del perdonar y el pedir perdón.
A continuación un párrafo sobre las palabras de Jesús de Nazaret en el Sermón de la Montaña: «Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis?», y las explicaciones del Cristo de Dios dadas a través de la palabra profética de la actualidad: «Acepta y acoge, por consiguiente, en tu corazón a tu prójimo, incluso si él no te ama; aun si no te apoya y te desprecia, rehusando saludarte. ¡Ámale tú! Apóyale con diligencia altruista y salúdale –aunque solo sea en pensamientos, si no desea que le saludes con palabras–».
O sea que siempre se trata de dar el primer paso uno mismo, según la Regla de Oro de Jesús de Nazaret: «Lo que queráis que otros os hagan, hacédselo primero a ellos; y todo lo que no queráis que otros os hagan, tampoco se lo hagáis a ello
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